Tristeza, otra.

Tristeza encapsulada en una gota, gota indestructible, gota que va perforando entrañas y cuerpos y ciudades y el mundo, el mundo perforado por la tristeza, no La Tristeza, mi tristeza, tan mía como mi propio cuerpo por ella perforado. No una tristeza clara, transparente, de la que me habló esa vez mi hermana, tristeza que mata, que a cada segundo me hace desear más y más el irme de acá. Y el pájaro de papel, esa grulla de colores, intentando con esas plumas que no tiene secar mi tristeza y pobrecito no puede, pero mi corazón se enternece de mirarlo, decide quedarse acá un día más a intentar contagiarse los colores de mi pajarito, a ver si resucito.


Giuliana Zonni, veinticinco de noviembre de dos mil diez.

Trazo.

El trazo se desdibuja cada vez que me distraigo.
Se vuelve gris claro a veces, otras veces se hace discontinuo.
El trazo necesita atención.
El trazo no sabe ser. Debo ayudarlo.
Ayer me distraje. Hoy era un garabato.
El trazo debe ser recto, fino, continuo. Claro y conciente.
El trazo debe ser perfecto.
Pero ayer se hizo un garabato.
Bello garabato. Agradable. Discontinuo, gris, curvo, con muchos ángulos.
¿Y si me distraigo más seguido?

Giuliana, veintitrés de diciembre de dos mil diez.