Juego.

Como un juego infinito,
tirar los dados, mover las fichas...
Y la felicidad de ser pequeño,
la felicidad de devorar una torta,
de remontar un barrilete de infinitos colores,
de morirse de miedo en un sube y baja vertiginoso,
de recortar figuritas de colores y crear un mundo nuevo...
Felicidad inabandonable,
perfectamente compatible con el nuevo juego,
de nuevas reglas.

Giuliana Zonni, viernes veinticuatro de julio de dos mil nueve.

Hielo.

El ardor del aire helado quemándome los labios
junto a los besos olvidados de aquel ayer
besos irrecuperables, traición al encanto.
Y vos, ahí, para siempre en tinieblas
y vos, ahí, débil, lloroso, frente a mí.
Y yo, frente al hielo.
El olvido mata, pero será lo que me conserve.
Helada, congelada, para siempre en el ayer.

Giu, dieciocho de julio de dos mil nueve.

Muertaviva.

Endemoniadamente cruel.
Endemoniadamente hermoso.
Endemoniadamente doliente, amoroso, triste, feliz.
Amor que me revive y que me mata.
Mata, resucita, vuelve a matar, vuelve a dar vida.
¿Cuántas vidas me quedan?
¿Qué tan zombie puedo ser?

Giu, diecisiete de julio de dos mil nueve.

Niña.

A vos vuelvo escribirte, esa vos que tanto me cuesta encontrar.
A vos que eras, a vos que hice dejar de ser.
A vos, niña.
Siempre te recordaré, siempre.
Extraño tu ingenuidad, tu superflua felicidad.
Extraño tus risas, extraño tus juegos.

Giu, otra vez hoy, dieciséis de julio de dos mil nueve.

Masacre.

Eterno encantamiento que se quiebra de un golpe seco.
Eterno encantamiento que debería quebrarse con ese golpe.
Y el encantamiento no se quiebra, y el golpe es más duro.
Porque está decidido a quebrar, entonces escarba en lo profundo.
Desazón irremediable, dolor en el pecho.
¿Cómo salvar vida después de esta masacre?
Y la vida, que debería haber desaparecido, persiste.
Y no en un rincón, escondida, sino que desafiando a todo,
en todo su esplendor, con toda su fuerza.
Vida ¿no deberías ceder, aunque sea esta vez,
que sería para siempre?
Vida, admiro tu voluntad. De seguir siendo.
¿Vida o amor?

Giuliana Zonni, dieciséis de julio de dos mil nueve.

Seguro de vida.

¿Por qué cada paso que doy debo sentirlo como otro y otro y otro salto más al vacío?
¿Por qué no puedo tener un seguro para las cosas que realmente querría asegurar,
pero tengo ofertas de miles de seguros inservibles para nimiedades?
¿Por qué no puedo relajarme y ser simplemente personaje?
¿O acaso el personaje que soy intenta indefectiblemente siempre escapar de la historia,
como ella, que burla al Mayor?

Giu, catorce de junio de dos mil nueve.

Hoy, ayer.

Un todo o nada. Un sí determinante, un no al vacío.
Seguir a la fuerza, seguir la corriente.
Abandonar todo, o decidir abandonarlo.
Colgarse de una viga, saltar de un puente,
saltar desde la terraza del edificio en una noche ventosa
o el patético suicidio desde una hamaca
que se balancea peligrosamente,
con peligro de caer a la calle, a las piedras,
a los troncos o al arroyo,
que trae tan poca agua que está desapareciendo entre las algas.
El suicidio desde la hamaca es perfecto;
mientras el viento se lleva las lágrimas
parecés morir feliz.

Giuliana, trece de julio de dos mil nueve.

Polvo.

Un viaje a las estrellas. Atravesando galaxias desconocidas, todo esto hasta llegar al punto de partida... Soñaba con huir, soñaba con salvarse... Con lo nuevo, con lo no explorado... Y al llegar a lo mismo de siempre descubre que no todo era gris... Sólo que él siempre veía el mismo lado, el lado gastado de las cosas. El lado cubierto de polvo y hollín... Y este lado 'nuevo' era lustroso. Brillaba con y sin luz. Giró alrededor de todo. Le sacó la resaca a los lados explorados... y fueron nuevos también.

Giu, nueve de julio de dos mil nueve.

El paso del Tiempo.

Hecho que destruye, que desarma. Hecho irremediable.
Desazón inmensurable que me produce...
Terrible anomalía en la simultaneidad.
Y esa imagen, bella imagen, tan bella como la de hoy
pero irrecuperable.
Tiempo, te pido clemencia...
Si tan incomprensible me resultás,
¿no podés hacerte alguna trampa a vos mismo?
Trascendencia divina,
¿cómo hiciste para esquivarlo?
Ayúdenme, implóroles.

Giu, dos de junio de dos mil nueve.

Asentamiento.

A S. M.:

Ahí donde está hirviendo nueva agua para ese mate lavado y azucarado... ese mate de yerba quemada y revieja... Ahí levantás la vista, del calor del fuego y redescubrís el frío que cala los huesos. Decidís olvidar todo eso y volvés tu mirada al fuego... el metal ennegrecido de la pava pide clemencia, 'basta, por favor, el dolor es insoportable', y ahí apagás el fueguito, cebás el primer mate de la tanda. El sabor es igual de triste que siempre. No hay vuelta, no sabés vivir en el fuego.

Giuli, primero de julio de dos mil nueve.