Dulce.

Vapores emanados de lugares impensables,
el aire denso, pero suave. Cálido, dulce.
Y la dulzura se te mete por los poros,
invadiéndote por completo...
La vista se nubla, el oído se entorpece...
El aire sigue espesándose hasta hacerse líquido,
un líquido torpe, gelatinoso...
Respirás ese nuevo aire y tu cabeza pierde la noción del tiempo.
Te mareás infinitamente,
podés ver desde persepectivas inimaginables,
los movimientos son inhumanos,
los colores brillan y se opacan constantemente...
Música extraña, palabras indescifrables.
El tacto se extrema en sensibilidad,
todo se siente más.
Y el despertar es tierno,
el aire se normaliza de a poco,
paulatinamente recuperás los sentidos,
todo vuelve a la normalidad
salvo la sonrisa, eterna en el rostro,
ese rostro ya petrificado porque está solo.
Pero el gesto no se borra.

Giuliana Zonni, tres de agosto de dos mil nueve.

1 comentario:

Marcial dijo...

Muy lindo.. muy real..

Finalmente, supongo, al despertar tambien.. Aparece el hambre.

jeje!! Saludos chun