Números.

Para quien alguna vez me dijo que quienes nos acercábamos a las exactas era porque temíamos al abismo de la filosofía. Se equivocó. Y mucho. Este abismo es aún mayor.

Rondando la periferia de esta ciencia inacabable atisbamos los secretos más profundos con un profundo, por cierto, malestar. La sensación de vacío revuelve el estómago. Y, a su vez, la tangibilidad de esta ciencia, hace brincar al corazón. Porque ella lo es todo.
Ella se asoma entre la gente, ella se asoma en el árbol, ella se asoma en la vida, en la muerte. Ella se asoma. Ella, tan bella y misteriosa.
Ella descubre misterios de la vida, del mundo, del pensamiento. Y eso es lo que la vuelve encantadora, oscura, iluminadora.
El abismo de la realidad, en palabras, es enorme. ¿Y en fórmulas? Mayor. La genialidad detrás de cada demostración, la sangre que corre por esta romántica historia, el dolor profundísimo en el cráneo, haciéndonos realmente sentir el infinito.
El mareo ante el descubrimiento. La posibilidad de hacer llegar Kant a muchos. Las categorías a priori verdaderamente categorizadas y explicitadas. Maravillosa ciencia, por favor, te debo la alegría, te debo el miedo, el llanto, la inconmensurabilidad. 
Se me caen las lágrimas de emoción al pensarte.
De verdad, estoy llorando.
Pienso en quienes se perdieron en vos. Encontrándose con Dios, con el verdadero Dios, el único Dios: el conocimiento.
Requerís trabajo. Eso te hace aún mejor. Requerís mover los engranajes de cerebros aburridos, apagado o peor: nunca prendidos. Me hacés sentir la sinapsis en mi cabeza. Puedo percibir el momento exacto del insight, del click.
Sigo llorando.
Bella, bella, enorme. Me cuesta tanto conocerte. Me duele en las entrañas el esfuerzo por comprenderte. Ojalá algún día, algún día, pueda hablar sobre vos con propiedad, pueda acariciarte, recostarme en vos, besarte.
Ojalá pueda conocer a Dios.

Giuliana, cinco de octubre de dos mil diez, muy pero muy feliz con la elección de su carrera.

6 comentarios:

Paula dijo...

¡Cuánto sentimiento compartido!
Te mando un beso enooorme

Marcial dijo...

Jaja... Es la posta Giuli...

JK dijo...

que bien che. igual, qué se yo, no estoy tan convencido. o sea, no me gusta la comparación. no me gustan las comparaciones. un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. hay una magia, un vertiginoso deslumbrarse en lo oscuro de la palabra que no está en ningún otro lado. porque solo la palabra penetra en el centro, solo la palabra pretende penetrar en el centro y se acerca lo suficiente para hacernos perder el aliento al ver un atisbo del mundo o de nosotros mismos en la musicalidad de unos versos o en la implacable lucidez de una oración. El problema es que es incómodo, oscuro, arbitrario, esquivo, inexacto, inútil. Pero eso es porque nosotros, porque lo más íntimo de eso que llamamos nosotros es incómodo, oscuro, arbitrario, esquivo, inexacto, inútil. Pero bellísimo. Y todo lo demás, y todo lo bueno, exacto, preciso, útil y quizá sublime que tiene lo demás, está expresa y únicamente al servicio de esa inutilidad cósmica.

Chun dijo...

Los números pueden reemplazar a la palabra porque no hablo de números como sólo símbolos, números como mecanismos como almas como vidas realidades emociones números y lógicas escondidas detrás de todas y cada una de las palabras.

Chun dijo...

Descubrí algo, gracioso, triste, no es un descubrimiento al fin y al cabo. La CIENCIA a la cual amo dejó de existir en el momento en que la Matemática se olvidó de que era Filosofía y la Filosofía se olvidó de ser Matemática. Triste, ambas incompletas, inútiles, inacabadas.

Paula dijo...

No, Chun, los incompletos e inacabados somos nosotros, los humanos... ella (la Ciencia) sigue existiendo