Fragmento descriptivo de Viaje en Moto.
Felicidad absoluta. Poder cantar, total no se escucha. Perfección absoluta, el peso aún no cansa y el sol todavía no quema. Hasta ver que sólo se recorrieron unos pocos kilómetros y la desesperación te embarca. Falta mucho para llegar a destino. La piel comienza a arder, la columna se siente. El cuello molesta, el casco aprieta. La piel del cuerpo comienza a humedecerse. Una deja de tener el control, deja de cantar y de sonreir. El sol fulmina. Pareciera que te apunta especialmente con un rayo y que piensa 'hasta que no caigas no paro'. 'Faltan cinco kilómetros', escuchás cuando estabas a punto de creerte muerta y en el infierno. No eran cinco. Eran los doce kilómetros más largos de tu vida, con el cerebro a punto de explotar dentro del plástico del casco, tras el telgopor y la tela, tras el pelo, el cuero cabelludo y el cráneo. Y cada piedrita, por más minúscula que sea, que es dejada atrás por la rueda rebota entre las neuronas haciéndote desear arrancarte el cerebro a pedazos, pero no lo hacés por que las manos están acalambrádas de agarrarse y la espalda no puede enderezarse y las neuronas, de tantas piedritas y pedrotas, ya no hacen sinapsis.
Enero o febrero de 2010.
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