Porque es un fuego fatuo, que debería correr libre, que sin querer tragué y ahora no puedo expulsar de mí.
Va acabando el oxígeno y cocinando la carne. Ampolla la piel y oscurece los rasgos.
Es un fuego con bronca, con mucha bronca.
Quiero saber de dónde proviene ese sentir y él me contesta.
Odia. El fuego odia. Está súmamente resentido. Con el mundo completo.
Y ese resentimiento me seca. Lo creo ajeno, es suyo. ¿O lo compartiré y por eso nos agotamos juntos?
Giuliana, treinta de abril de dos mil nueve.
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