Ángel

Llora desconsoladamente. Es la primera vez que llora por sí. Es la primera vez que sufre por él mismo. Es la primera vez que siente compasión de sí mismo.
Siente dolor físico. También por primera vez.
Y quiere morir. Pero nunca podrá.
Y, a pesar de querer regresar al empíreo, sus alas estñan atascadas en un viejo roble. Y no puede volar.

Giuliana, seis de octubre de dos mil ocho.

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