El aire de tu voz me llama desde lejos.
Pero trasciende. Trasciende sin trascender.
Pero tu silencio roza el infinito de tu aliento.
Pero se cae en padazos. Finita infinitud.
Pero la brisa de tus años rozan mi tiempo.
Pero va más allá de las apariencias.
Pero me duele la distancia de tu aliento.
Pero trasciende. Sin hacerlo. Y va más allá. Sin ir.
Pero no existe el aliento sin viento, ni tiempo.
Pero es el Universo. Parte del Logos. Y lo es.
Pero, perdón... viento, alma, algo que se extraña.
Rodrigo y Giuliana, septiembre de dos mil ocho.
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